El Ajuntament de Marratxí, que hace dos años presumía de claridad informativa hoy se hunde en la opacidad: de un notable 7,9 pasa a un suspenso de 4,2.
De la transparencia ejemplar al apagón informativo. Así podría resumirse, según denuncia Més per Marratxí, la deriva del Ajuntament de Marratxí bajo el gobierno del popular Jaume Llompart.
Afirman que, en apenas dos años, tras cesión de la vara de mando por parte del socialista Miquel Cabot, el consistorio ha pasado de ser modelo de claridad pública a convertirse en un muro de sombras.
A los hechos se remiten. Señalan que Marratxí ha pasado de un notable alto —un 7,9 sobre 10 en 2022— a un mediocre 4,2 en 2024. El desplome no es una cifra: es una declaración de intenciones.
La portavoz de Més per Marratxí, Aina Amengual, lo resume sin rodeos: “Es muy grave que el gobierno de Llompart dé pasos atrás en transparencia. Los ciudadanos tienen derecho a saber lo que hacen sus representantes.”

Més señala que según el informe de Mapa Infoparticipa, «el gobierno de Jaume Llompart ha relajado el compromiso con el buen gobierno y la rendición de cuentas, y esto tiene consecuencias muy serias».
El informe de la UAB señala que esta bajada de puntuación se debe, principalmente, a la falta de actualización de información clave como contratos, agendas institucionales, retribuciones, resoluciones o datos sobre participación ciudadana. Son indicadores esenciales para garantizar el cumplimiento de la Ley de transparencia y el derecho de la ciudadanía a estar informada.
Desde la formación ecosoberanista se pregunta el motivo por el que el gobierno de PP y Vox ha dejado de mostrar sus contratos, oculta sus agendas y borra del mapa las remuneraciones de sus cargos.
El espejismo roto de la transparencia
Reiteran que durante años, bajo el mando de la izquierda, Marratxí fue ejemplo de buena gestión informativa. Un municipio que presumía de publicar cada euro gastado, cada cargo designado y cada decisión relevante. Hoy, en cambio, su portal de transparencia parece un escaparate abandonado: enlaces rotos, datos desactualizados y silencio administrativo disfrazado de burocracia.
El informe del Mapa Infoparticipa, elaborado por la Universidad Autónoma de Barcelona, no deja lugar a interpretaciones: Marratxí suspende. No por error técnico, sino por omisión política. El ayuntamiento ha dejado de cumplir con los criterios básicos de transparencia institucional. Ni contratos públicos, ni agendas oficiales, ni información actualizada sobre la participación ciudadana.
Amengual ha remarcado que «solo hay que echar un vistazo al portal de transparencia para comprobar el grado de abandono: la agenda del alcalde es tan desactualizada que todavía sale el anterior alcalde. Este gobierno no sólo esconde información, sino que da pasos atrás respecto a las buenas prácticas que durante años se habían ido alcanzando la lomparte ciudadanía”.
Según Més, el mensaje está claro: la transparencia no interesa a los gobernantes de derechas en Marratxí.
El gobierno de Llompart, atrapado en su propio laberinto
La transparencia no es una opción estética ni un accesorio electoral. Es la base misma de la democracia local. Cuando el poder se cierra sobre sí mismo, cuando la información pública se convierte en un privilegio, la ciudadanía deja de ser sujeto y pasa a ser espectadora.
Denuncian que Llompart gobierna con las persianas bajadas.
Una moción y una advertencia
Més por Marratxí consideran que esta situación representa un retroceso democrático inaceptable, y han anunciado que presentarán una moción en el próximo pleno municipal para exigir la recuperación inmediata de los estándares de transparencia y la puesta en marcha de un plan de actualización y mejora del portal web institucional. «La transparencia no es opcional: es una obligación democrática. En Marratxí nos merecemos un ayuntamiento abierto, responsable y comprometido con su gente», ha concluido Amengual.
Entienden que el deterioro en el portal de transparencia no es un fallo técnico: es una estrategia. El silencio digital como escudo político. La opacidad como método de control. Y, mientras tanto, los vecinos de Marratxí observan cómo la administración que pagaron con sus impuestos se va transformando en un castillo amurallado.










