Espacio dedicado a Antoni Pons Sastre (1919–1998), exalcalde de Inca y figura clave en la historia de la ciudad.
Inca ha inaugurado la nueva plaça Antoni Pons, un espacio público que mira al futuro sin olvidar la memoria. Un lugar pensado para convivir. Y, sobre todo, para recordar a un hombre que marcó una época.
Situada entre la avenida de Alcúdia y el carrer Jocs, la plaza nace como un punto de encuentro para vecinos y familias. Zona infantil. Árboles. Espacios de descanso. Urbanismo con alma. Un pulmón urbano en un barrio en expansión que refuerza la vida comunitaria de Inca.

El acto de inauguración tuvo un tono emotivo. El alcalde, Virgilio Moreno, subrayó el significado del gesto. No es solo una plaza. Es un reconocimiento público a Antoni Pons Sastre, exalcalde, periodista, creador y referente cultural. Un inquer extraordinario. Un hombre generoso. Comprometido con su gente y con su tiempo. No faltó la periodista Lina Pons.

Antoni Pons nació en Moscari en 1919, pero su vida y su obra están íntimamente ligadas a Inca. Se formó como impresor. Creció como periodista. Dejó huella como maestro de varias generaciones. Colaboró durante décadas con cabeceras clave del periodismo balear como La Almudaina, Diario Baleares, Hoja del Lunes o la revista Ciudad d’Inca. Su voz también fue imprescindible en Ràdio Joventut d’Inca, donde impulsó el recordado programa Momento Deportivo y revolucionó la narración deportiva local.
Pero su legado va mucho más allá de la información. Fue glosador. Rapsoda. Actor. Autor teatral. En 1952 firmó Son Poncella, una obra que se convirtió en un clásico del teatro regional. Promovió conciertos. Activó la vida cultural. Defendió la identidad mallorquina desde la divulgación y el compromiso.
En política municipal, su paso fue decisivo. Fue alcalde de Inca entre 1981 y 1983 y entre 1983 y 1991. Años de transformación. Bajo su liderazgo llegaron proyectos estructurales que cambiaron la ciudad: el agua potable desde los pozos de Son Fiol, la ampliación de la Casa Consistorial, la reforma de la Gran Via de Colom, el Pavellón Cubierto, la recuperación del Orfeó l’Harpa d’Inca o el impulso de la Televisió d’Inca. También dejó una profunda huella social con iniciativas como el centro Joan XXIII o el nuevo edificio de los juzgados.











