martes 09 diciembre 2025
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Recta final de la segunda temporada de ‘Imma Tataranni’

La2 ofrece este martes dos nuevos capítulos de la exitosa serie italiana Imma Tataranni’ que protagonizan Vanessa Escalera y Alessio Lapice.

‘Imma Tataranni’ se acerca al final de su segunda temporada este martes en La2. La cadena ofrece dos nuevas entregas de la exitosa ficción italiana de la RAI que protagoniza Vanessa Scalera en la piel de la temperamental fiscal de Matera, Imma Tataranni. Su relación con Calogiuri, al que da vida Aessio Lapice, mantiene una tensión sexual no resuelta que salpica cada entrega. Tataranni mantiene en equilibrio su vida profesional con su vida privada con su marido y su hija.

El primer episodio es «La doble vida del señor E.» La tensión entre Imma y su marido Pietro sigue latente. A pesar de los intentos de ella por cerrar el capítulo de la foto comprometedora con Calogiuri, él decide tomar distancia y se muda temporalmente a casa de sus padres, aprovechando la ausencia del cuidador de Brunella, la madre de Imma. Para Imma, esta separación, aunque disfrazada de solución práctica, es un golpe emocional difícil de aceptar.

Mientras tanto, Calogiuri parece haber encontrado cierta estabilidad al lado de Jessica, aunque no está del todo convencido de que ella sea el amor de su vida. Tampoco se ha resuelto aún quién de los dos será trasladado de sede, y la incertidumbre se mantiene.

Pero no hay tiempo para lamentos: el caso de la semana llega envuelto en misterio y tragedia. John Gardiner, un ciudadano anglo-irlandés, es hallado muerto frente a una pequeña iglesia ortodoxa. Había llegado años atrás a Matera como diseñador de vestuario en una gran producción de Hollywood y decidió quedarse, abriendo una prestigiosa sastrería. Su cuerpo, elegantemente vestido con ropas que no le pertenecían, presenta una paradoja: sus pulmones están llenos de agua, aunque su ropa esté completamente seca. Las cámaras de seguridad que podrían haber arrojado luz sobre el crimen se averiaron misteriosamente justo en el momento crucial.

La investigación revela que Gardiner era abiertamente homosexual y que había sido víctima de violencia homofóbica. Las pistas apuntan en múltiples direcciones. Imma interroga a un joven grafitero conflictivo, Giacomo Chirico, cuya historia familiar deja ver heridas profundas provocadas por el acoso escolar que llevó a su hermano al suicidio. Aunque Giacomo resulta ajeno al crimen, la fiscal no pierde oportunidad para ofrecerle una salida: usar su rabia para defender a los más débiles, como lo fue su hermano.

En una nueva pista, aparece Gibril Diouf, un joven originario de Burkina Faso que fue fotografiado desnudo en una cama con dosel y cuya imagen fue enviada misteriosamente a una clienta de Gardiner. Gibril revela que fue amigo del difunto y que Gardiner lo ayudaba económicamente. Confiesa también haber seducido a Elliott Morris, el amante americano de Gardiner, por petición de este último, celoso y desconfiado. Pero tras esa prueba de lealtad, Gibril se alejó de ambos. Hasta que Gardiner, queriendo llegar al fondo del misterio, pidió a Gibril que lo llevara a la granja de Acqua di Lupo, donde Morris había sido visto con comportamientos extraños.

Imma y Calogiuri inspeccionan la granja y encuentran una cisterna que podría haber servido para ahogar a Gardiner. La conexión con los servicios secretos empieza a cobrar fuerza cuando se descubre que Elliott Morris no existe oficialmente. Nadie en la Firex sabe realmente quién es, ni por qué fue contratado. Imma deduce que Morris es un agente secreto que llevaba una doble vida.

La historia da un giro emocionante cuando se comprueba que el agua encontrada en los pulmones de Gardiner coincide con la de la cisterna de la ganja. Las cámaras de velocidad colocadas en la carretera muestran que Morris viajó hasta allí la noche del asesinato, y más tarde regresó a Matera con el cadáver.

Imma reconstruye el rompecabezas: Elliott Morris, atrapado entre el deber y el amor, intentó proteger a Gardiner del peligro que implicaba su misión encubierta. Pero John, sospechando algo, lo siguió hasta descubrir un secreto demasiado grande. Fue asesinado, no por Morris, sino quizás por alguien que intentaba silenciarlo. Morris solo pudo recuperar el cuerpo de su amado, lavarlo, vestirlo con esmero y dejarlo, en un último gesto de amor, frente a la iglesia que simbolizaba para Gardiner ese purgatorio donde los creyentes excluidos podían encontrar redención.

El verdadero rostro de la conspiración emerge cuando se descubre una pista inquietante: la granja podría haber sido utilizada por agentes rusos como base para espionaje con drones en el Mediterráneo. Todo apunta a que Elliott fue manipulado, y Gardiner, un daño colateral.

Romaniello convoca a Imma en la cárcel porque quiere ofrecerle su ayuda para atrapar al capo de Mazzoca. Ella acude con Calogiuri.

Morris desaparece, pero deja su huella: una grabación que confirma que los rusos tomaron a Gardiner como rehén para extorsionar a Morris. Una venganza calculada que termina en tragedia. Antes de marcharse definitivamente, Morris cita a Imma en la iglesia. Allí, en un emotivo adiós, le confiesa que amó profundamente a John, aunque su vida de espía no se lo permitiera. Promete buscar justicia, persiguiendo a un tal Alexander Grushenko, un nombre envuelto en sombras y conexiones peligrosas.

Mientras tanto, Imma pone orden en su vida personal: enfrenta a su hija Valentina por entrar a escondidas en casa de Brunella y fumar marihuana, y decide internar a su madre en Villa Fiorita, donde sorprendentemente encuentra a su vieja amiga Sebastiana y se adapta con rapidez.

Finalmente, una escena íntima y esperanzadora cierra el capítulo: Pietro regresa a casa. No se pronuncia una palabra, pero la reconciliación silenciosa lo dice todo. Imma, una vez más, equilibra la justicia con la fragilidad de la vida, enfrentando los secretos del poder con la misma tenacidad con la que defiende a los suyos.

‘Angelo o Diavolo’

Romaniello, el político sin alma, entrega a Imma la cabeza de un pez gordo de la ’ndrangheta, Nicola Mazzocca. Pero cuando el capo mafioso es arrestado, no se rebaja a negar sus crímenes; más bien, advierte a Imma, casi con admiración.

Mientras Imma responde a la prensa, otra verdad cae como una piedra en el pecho de Diana: Jessica confiesa entre lágrimas que no está embarazada. Solo quería retener a Ippazio, con una mentira que creía inofensiva. Pero el amor, cuando se basa en mentiras, se desmorona sin remedio. Diana, dolida, lo cuenta a Imma. La bomba emocional estalla después: Ippazio, devastado, rompe con Jessica, que más tarde decide dimitir y regresar a Palermo.

En la capilla de la residencia Villa Fiorita, la escena del crimen parece una pintura barroca: Sebastiana Loperfido yace muerta, apuñalada con uno de los siete puñales de la Madonna Addolorata. Es un asesinato cargado de simbolismo. Ella, que volvió de Alemania para morir “en su casa”, es atravesada por los dolores de María. Pero ¿de qué culpas debía expiar?

Salvatore “Totò” Pizzuto es el primero en poner sombras sobre el pasado de Sebastiana. La recuerda como la mujer que, hace 50 años, mató a su madre durante un aborto clandestino. Desde entonces su vida fue un infierno. No fue el único. En Alemania, Sebastiana no solo fue “mammana” sino también usurera, enriquecida a costa de la desesperación ajena. Su fortuna maldita no fue heredada por familia alguna, sino dejada en testamento a una asociación religiosa, Le Figlie dell’Eterno Amore, dirigida por la ambigua Santina De Marzo.

Imma sigue el rastro del dinero y encuentra una pista: Maddalena Di Comite, exempleada de Villa Fiorita, viajó a la India con una tarjeta de crédito vinculada al hijo de De Marzo. El testamento fue elaborado por Rodolfo Filo Della Calce, un notario de dudosa ética, y los testigos, también miembros del grupo religioso. Todo huele a manipulación.

Pero no solo el pasado de Sebastiana oculta secretos: en sus últimos días, comenzó a frecuentar una pequeña capilla y a “hablar” con la Madonna. Imma sospecha que alguien respondía desde el otro lado. La voz divina, tal vez, no era más que un engaño humano.

Sebastiana tenía un protegido: Luigi, su sobrino, criado como hijo en Alemania. Hoy es el enterrador Allegretti. Imma lo identifica como el posible eslabón entre el pasado de Sebastiana y su abrupto final. Cuando el dinero del testamento se vuelve inalcanzable, la pareja —Luigi y su esposa Kristina— recurre al chantaje emocional. Kristina, escondida tras la estatua, finge ser la Virgen para convencer a Sebastiana de hacer una donación directa.

Pero el plan falla cuando Sebastiana reconoce una frase en alemán que Kristina solía decir a sus hijos. La verdad la golpea de frente. Intenta pedir ayuda, grita. Y entonces, en un arrebato de desesperación, Luigi la apuñala. No fue un crimen por odio, sino por cobardía. Fue Kristina quien puso el arma en sus manos, arrastrada por años de resentimiento contra una vida que no fue la que soñó.

Con los culpables descubiertos y el caso cerrado, queda el sabor amargo de lo que no se puede reparar. Jessica se marcha reconociendo que este trabajo, que exige corazón y acero, no es para ella. Se despide con respeto y admiración sincera hacia Imma.

En casa, Imma intenta una reconciliación íntima con Pietro, pero la fragilidad física —una simple lumbalgia— interrumpe el momento. Una metáfora perfecta de la relación: cercana, cálida, pero a veces limitada por las pequeñas dolencias cotidianas que pesan más que los grandes dramas.

Reparto principal de Imma Tataranni

  • Vanessa Scalera – Imma Tataranni
  • Alessio Lapice – Ippazio Calogiuri
  • Massimiliano Gallo – Pietro De Ruggeri
  • Barbara Ronchi – Diana De Santis
  • Carlo Luca De Ruggieri – Dott. Taccardi
  • Carlo Buccirosso – Alessandro Vitali
  • Alice Azzariti – Valentina De Ruggeri
  • Lucia Zotti – Brunella Tataranni
  • Monica Dugo – Maria Moliterni
  • Dora Romano – Filomena De Ruggeri
  • Cesare Bocci – Saverio Romaniello
  • Gianni Lillo – Capozza / Capozzo
  • Ester Pantano – Jessica Matarazzo
  • Nando Irene – Maresciallo Domenico La Macchia
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