Una trabajadora de confianza, con acceso total a los datos de su empresa, aprovechó su puesto para tejer una red de engaños que duró meses.
La Policía Nacional ha detenido en Manacor a una mujer española acusada de apropiación indebida, estafa y falsedad documental. Durante los años 2024 y 2025, habría desviado más de 80.000 euros de la empresa en la que trabajaba, según revelan fuentes policiales.
Todo comenzó cuando el propietario de la empresa —una firma con sede en el municipio mallorquín— empezó a detectar irregularidades. Los números no cuadraban. Algunos pagos no llegaban, otros aparecían duplicados y los contratos parecían modificados.
La sorpresa llegó al descubrir que la trabajadora daba a los clientes números de cuenta ajenos a la empresa, quedándose con el dinero de las transferencias. No solo eso: duplicaba contratos. Entregaba al cliente el original y presentaba a la empresa una versión reducida, con menos días contratados. Así, cobraba en efectivo la diferencia y se quedaba con parte del importe.
La investigación de la Brigada de Policía Judicial destapó todavía más. La mujer usaba la tarjeta de empresa para gastos personales y extraía dinero directamente de las cuentas sin autorización. En un giro aún más insólito, llegó incluso a vender un vehículo de la empresa, embolsándose el dinero sin que el propietario tuviera conocimiento.
El detalle más escalofriante del caso es que la empleada dejó por escrito su culpabilidad.
El empresario presentó ante la Policía 20 documentos firmados por ella misma en los que reconocía haber sustraído dinero. En uno de ellos, redactado de su puño y letra, admitía haber falsificado un contrato para quedarse con los beneficios de una operación concreta.
A pesar de esas confesiones, la trabajadora nunca devolvió las cantidades reconocidas.










